El museo de la tristeza y la fiesta. La ciudad se ha convertido en un almacén de personas apiladas en enormes estanterías iguales, estantes que forman este museo que siempre está inacabado, siempre en obras. En los museos siempre hay algo de tristeza, guardamos lo que no queremos perder ni tocar, queremos detener el tiempo. La fiesta, en cambio, nos hace protagonistas y muestra nuestras grietas.
Todo el mundo está un poco triste en las fiestas, todo el mundo busca detener el tiempo para no volver a las obras, para quedarse en el tekno. La ciudad y la fiesta son soluciones que hemos encontrado por nuestro mundo, por nuestra realidad, y ésta poco a poco cría monstruos en nuestro interior que se esconden tras nuestros ojos, en nuestros propios museos tristes.