México celebra en 2007 a su artista más conocida: Frida Kahlo. Gran parte de los actos conmemorativos presentados en el país azteca han sido propuestas escénicas de muy diversa factura.
México celebra en 2007 a su artista más conocida: Frida Kahlo. Gran parte de los actos conmemorativos presentados en el país azteca han sido propuestas escénicas de muy diversa factura, algunas novedosas, como las que han buscado integrar al espectador en los lugares reales donde habitó y trabajó la pintora.
Aproximar al público a la vida de Frida Kahlo, en este caso a través de la dramaturgia, es lo que también nos propone Humberto Robles en Viva la vida. La historia inicia en un tradicional Día de Muertos en la Ciudad de México, donde la artista prepara una fiesta para recibir a sus invitados, los personajes que rodearon su vida: Diego Rivera, Trotsky, Breton… y muy especialmente, a sus `cuates´ del alma, los difuntos, verdaderos festejados en este jolgorio. A través de un brillante monólogo situado entre el recuerdo, las imágenes oníricas y la teatralidad popular, Robles efectúa un apasionado viaje por la biografía de la singular creadora mexicana, desde sus inicios en la pintura hasta el accidente que la llevaría, con el paso de los años, a la postración definitiva en una silla de ruedas. Sin embargo, esta Frida no es un personaje trágico, sino una mujer enamorada, con un gran sentido del humor, ingeniosa y, por encima de todo, con unas inmensas ganas de vivir.
`Kahlo – Viva la vida´ fue estrenada en la Ciudad de México en 2001. A partir de ese año ha gozado de una considerable aceptación en los escenarios internacionales. Sólo en 2005 la obra fue realizada por distintas compañías en Uruguay, Puerto Rico y los Estados Unidos.