La obra hace un recorrido por algunos tránsitos del ser femenino: La Mujer Niña, quien representa la reconexión con la pureza e inocencia femenina en su más plena expresión. La Mujer Hada, la reconexión con la naturaleza, sus elementos y el poder mágico que se desprende de estos. La Mujer Hermana, quien se entrega al proceso de reconocimiento de sí en las otras, su reflejo. La Mujer Amante, se hace consciente de su sensualidad y del cuerpo como un espacio sagrado. La Mujer Madre, expresión de fertilidad, vida, entrega, cuidado y ternura. La Mujer Guerrera, quien vence sus temores y se enfrenta con honor y valentía a la vida y La Mujer Sabia, en la que encarna la experiencia y la madurez.
A lo largo de la puesta en escena, los movimientos corporales son basados en mudrás de sanación, llevan a una elevación del estado energético de los espectadores, permitiendo fortalecer su salud en todos los niveles.