Olga María Ramos - Revista y Cuplé

trato cercano, participación del público

Excelente música e interpretación.

Entrañable y muy humano

Que la media de edad sea tan alta, en fin, todos muy expertos¡¡¡

Todo!!!!

Nada

Recinto acogedor

Poca separación entre las filas de butacas.

- La profesionalidad y buen hacer de Olga María. - Lo bien que acompaña el pianista, tocó magistralmente. - La señora que vendía las entradas era encantadora y la acomodadora estaba siempre con una sonrisa en la cara. - Espectáculo necesario en el repertorio cultural madrileño. No dejemos que se pierda en el olvido.

- No se pueden comprar las entradas por Internet, solo pueden reservarse; lo que hace que allí en el teatro se monte una \"colaza\" para recogerlas antes del comienzo de la actuación. Me parece un sinsentido porque además ni siquiera son numeradas las butacas. Lo suyo sería poder comprarlas por Internet y poder escoger así los asientos con anterioridad. A este espectáculo va bastante gente mayor y es una pena verles esperando de pie media hora en la cola para poder recoger sus entradas. - El teatro está hecho una pena, da lástima que no se cuiden más estos teatros que son tan antiguos y que podrían resultar encantadores y preciosos. Tiene más estética de garaje o de teatro de colegio. No le hace justicia a la artista que, a pesar de todo, consigue que se te olvide todo y que te metas dentro de su imaginario de verbena y rastro madrileños. - Al operario de sonido se le escuchaba, las más de las veces, más alto que a la propia artista. Me tocó justo al lado de las cortinillas que le esconden y casi escuchaba únicamente su soniquete y sus silbidos. En una ocasión corrí la cortina para que notara que estaba molestando y que todos los espectadores le estábamos escuchando demasiado y no solo no paró, sino que siguió silbando más fuerte. Luego, en un momento de la actuación en el que repartieron algunas violetas, salió tras la cortina y nos miró a los que estábamos allí con un gesto muy chulesco y altivo, supongo que porque no le había gustado que le llamáramos la atención. Una verdadera pena que cada uno no sepa dónde está su lugar y que en un teatro se debe tener un comportamiento adecuado (sobre todo si formas parte del personal del mismo).

Una media voz preciosa, con gusto, oficio y el punto justo de picardía. Olga María hace una labor magnífica para preservar un género musical injustamente olvidado. Ella lucha sonriendo, cantando y haciendo cómplice a su público. Pienso volver a disfrutar de otro rato precioso.

No me gustó que no se pueden comprar las entradas sin más. Sólo se pueden reservar y hay que estar entre una hora y media hora antes. Total, pa ná.