Una noche, en la cocina de un piso de Barcelona, Artur espía con su kit de detective aficionado a través del patio de luces del edificio. Su pareja, Joana, se prepara para ir a trabajar a la residencia de ancianos donde está haciendo doble turno muchos días para llegar a fin de mes, desde que Artur dejó el trabajo de contable para reconducir su vida y dedicarla a su podcast de true crime.
Artur lleva semanas obsesionado con la desaparición de la vecina del 4º 3ª, Àgata, una adorable señora que es muy fan de Núria Feliu. Según él, el autor del crimen es Enric, un supuesto sobrino que hace poco que vive con Àgata y que tiene actitudes bien sospechosas. ¿Puede ser éste, el caso de que catapulte a Artur a la fama?
¿Puede que sea la clave que haga que por fin empiecen a pasarle cosas fantásticas? ¿Pero y ya estuvieran pasando cosas fantásticas sin que nadie lo sepa?
Passaran coses fantàstiques es a la vez un deseo y una advertencia. Que ocurra algo que nos cambie, que nos saque de la monotonía, que nos haga creer por un instante que todo es posible. Hemos querido escribir una comedia fantástica o una fantástica comedia que parta de la miseria, de la insatisfacción, del ir tirando. Del cinismo. Detengámonos un segundo y pensamos en qué es lo que realmente queremos, ¿no?